El pasado 14 de julio la Unión Europea confirmó lo que venía siendo una sospecha dentro de la industria automovilística: presentó la propuesta para que desde 2035 no se podrán vender más automóviles con motor de combustión diesel. Esta norma supone dar un paso más allá a la implantación de las etiquetas medioambientales de la DGT y supone una norma a nivel europeo.
Esta propuesta es una de las tantas medidas que tienen como meta reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030, un porcentaje mucho más alto que el objetivo existente de una reducción del 37,5% para entonces. Con este paquete de medidas, Europa quiere ser el primer continente climáticamente neutro en 2050.
El transporte representa aproximadamente una cuarta parte de las emisiones totales de gases de CO2 en la UE, siendo el transporte por carretera una de las principales fuentes de contaminación del aire en las ciudades.
La propuesta deberá ser aprobada por los 27 estados miembro, así como por el Parlamento Europeo, un proceso que puede llevar hasta 2 años. Este proceso también implica negociaciones con los fabricantes del sector automotor.
¿Qué supone el fin del motor de combustión?
Esta nueva normativa pone en jaque no solo a los coches con motor de combustión diesel sino también a los híbridos e híbridos enchufables (PHEV). Esto supone que la industria automotriz deberá tener una estrategia y moverse rápido para alcanzar las nuevas normativas europeas.
La Unión Europea exige que se reduzcan las emisiones promedio de los autos nuevos en un 55% para 2030 y una reducción del 100% para 2035. Esto implica que todos los automóviles nuevos registrados a partir de 2035 deberán ser cero emisiones.
Los coches híbridos contarán como vehículos de bajas emisiones hasta 2030 y se plantea ampliar la red de estaciones de carga, que se estima que contará con 16,3 millones de estaciones de carga para 2050. De hecho, desde Bruselas se quiere incentivar este cambio con la instauración de puntos de carga públicos a no más de 60 kilómetros de distancia en las carreteras principales para 2025.
Esta inversión en infraestructura pública para garantizar la correcta transición de los modelos de combustión interna a los coches eléctricos es uno de los puntos claves en la negociación con el sector automotor. Muchos compradores en los últimos años no se arriesgaron a adquirir un vehículo eléctrico por el miedo a perder autonomía en la conducción.
Con el objetivo de armonizar los métodos de pago en los 27 países de la UE, el ejecutivo ha propuesto que los pagos sean electrónicos a partir de 2027. La propuesta también estipula que los precios deben ser «claramente comparables, transparentes y no discriminatorios», mostrando si el precio es por sesión, minuto o kWh.
Los automóviles a batería representaron el ocho por ciento de las nuevas matriculaciones en Europa en los primeros cinco meses de este año, con 356.000 vehículos nuevos, más que en todo 2019. De hecho,
fue una sorpresa dentro de la industria ver el aumento en la venta de coches eléctricos, aúndurante un período de recesión como el de la pandemia.
¿Cómo queda el panorama automotor europeo con el fin del motor de combustión?
Muchas empresas ya estaban trabajando en la transición hacia la electrificación en el mercado europeo. Volkswagen AG anunció recientemente que dejaría de vender autos con motor de combustión diesel en Europa para 2035, y más tarde en China y Estados Unidos. No podemos olvidar que la marca alemana estuvo en el centro de un escándalo en 2015 por pruebas de emisiones falsas en motores diésel.
Stellantis dijo la semana pasada que invertirá más de 30.000 millones de euros en la electrificación de su línea de coches para el 2025. Audi pondrá en el mercado su último modelo con motor de combustión interna en el año 2025.
La decisión de que los coches híbridos circulen como vehículos de baja emisión hasta 2030 tranquiliza a marcas como Renault y BMW, que han hecho una importante inversión en los últimos años en la fabricación de coches híbridos (HEV) e híbridos enchufables (PHEV).
Para Italia, Francia, Alemania o España, que son los principales países fabricantes de automóviles, esto se traduce también en la puesta en peligro de cientos de miles de puestos de trabajo. Asimismo, el rápido paso de una tecnología a la otra podría poner en desventaja a la industria europea ante los fabricantes chinos, que tienen un mayor avance en la tecnología y fabricación de baterías.
Además del impacto económico, otro de los retos es la obtención de litio, dado que la extracción de metales para su producción consume una gran cantidad de energía. Así, se prevé que más de una quinta parte del litio y el 65 por ciento del cobalto necesarios para fabricar una batería nueva podrían provenir del reciclaje en 2035.
La consultora AlixPartners estima que los fabricantes de automóviles invertirán 330.000 millones de dólares en electrificación entre 2021 y 2025, un 41% más que su estipulación de 250.000 millones de dólares para 2020-2024.